- Escrito por Pedro Nogueira Simões y Mário Gonçalves
- Publicado en EL OBRERO
En esta época del año, cuando las sardinas están gordas y muy buenas para el consumo, vuelven las noticias sobre las cuotas de pesca y el control por la conservación de la especie.
Esta semana, en Portugal, el Ministerio del Mar vino a garantizar que este asunto no es una decisión de la Comisión Europea, sino “un tema entre Portugal y España”, dijo la ministra del Mar Ana Paula Vitorino, al referirse a la sobrepesca de sardinas.
Esta ministra aseguró que este asunto debe ser tratado entre Portugal y España y que la paralización por un período de 15 años, propuesta por la evaluación de organismos científicos, se basa en estudios antiguos.
Portugal y España son dos de los países del mundo con mayor trayectoria en la pesca de la sardina.
Durante muchos siglos, las sardinas han sido parte de la vida cotidiana portuguesa y están presentes “à nossa mesa”. Además de ser una fuente importante de proteínas y nutrientes, se puede cocinar de diferentes formas e incluso formar parte de la industria conservera.
En la Edad Media, se cocinaba en cazuelas con cebollas, tomates y especias. En el siglo XVIII se popularizó la técnica de la salazón para conservar las sardinas, lo que permitió su exportación a otros países.
Desde el siglo XIX, las sardinas se suelen asar a la parrilla, tradicionalmente durante los meses de verano.
Hay quien le gusta hacer quiches, sopa de sardinas, potaje, “escabeche”...
En Portugal, lo único que falta son sardinas que caen del cielo. Todo sucede alrededor de esta especie: todo sucede alrededor del tostador; no nos importan los tenedores, se quitan a mano, muchas veces, todavía en las brasas de carbón. Ve a chuparte los dedos. Otras veces es en medio de la calle, en fiestas, en otros lugares. E incluso en santos populares. ¿Especias? ¡Solo sal gruesa! El olor no disimula. Llega a todas partes e incluso en la ropa. El olor, este, no tiene paralelo y tampoco está disimulado.
Acompañamos las sardinas con patatas cocidas, pimientos asados y… tomates y… La forma de comerlas es sencilla y solo nosotros lo hacemos. Incluso los comemos encima de una rebanada de pan. Un buen aceite de oliva es fundamental.
¿Por qué en Portugal también les gusta comer sardinas en pan?
Se cree que todo empezó en un restaurante de Ribeira de Lisboa, que servía sardinas encima de una rebanada de pan.
Recién a partir de la Edad Media se empezó a utilizar una pequeña tabla de madera –“o talhador” – donde se ponían los alimentos, hasta que sobre los trozos de pan se comía el pescado y la carne.
Más tarde, cuando el uso de platos se hizo común, la gente continuó comiendo sobre rebanadas o trozos de pan.
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